Históricamente, las mujeres de las comunidades pesqueras de los distintos continentes han participado en actividades económicas
relacionadas directa o indirectamente con la pesca: en la extracción de pescado, en la venta o subasta del mismo, en el marisqueo,
en la transformación de la pesca, en la descarga...
En Ribadeo gran número de mujeres trabajaron en los almacenes de conservas y salazón en los siglos XIX -XX y también descargando
barcos, mariscando, vendiendo pescado o cosiendo redes.
Ser jornalera de fábrica era un trabajo que no requeria cualificación profesional, temporal y sujeto a los vaivenes de las capturas.
El trabajo era duro. Las labores realizadas consistian en la limpieza del pescado, su cocción o fritura, el envasado en barriles y
posteriormente en latas (Destacar que la fábrica de la Villavieja hacía sus propias latas disponiendo de maquinaria para cortar y
remachar las mismas . Eso si, eran hombres los que se encargaban de esas labores)
En las fábricas trabajaban mayoritariamente mujeres, con excepciones como fue la Manuel que Casabella estuvo de encargado
de la fábrica de Bravo Otero (allá por el 1942), siendo sustituido más tarde por Máxima González
La fábrica de Bravo se ubicaba, más o menos, por donde hoy está la fábrica de Hielo (Tras la Cerca). En ella trabajaban unas ochenta
mujeres y se dedicaba a la anchoa y el chicharro.
La fábrica de Pelaez se levantaba donde hoy está la Planta de Cultivos Marinos.
En la fábrica de la Villavieja de 130 trabajadores, cien eran mujeres. Los patrones de esa fábrica eran una sociedad constituida
por Fidel Gayol, Luis García y Manuel Lens. Probablemente éste último sería al final el único dueño de esta fábrica
Allí trabajaban la sardina, el bonito y la palometa
La Trocha estaba, y siguen estando sus ruinas, frente al Marinero, y ,en ella, estuvo de encargado Manuel Valencia.
En ella, además de la anchoa, preparaban rayas y las ponían a secar colgadas en el exterior.
El trabajo que se realizaba en todas ellas era manual excepto para cerrar las latas que tenían máquina y con la excepción de lo que
ya se expuso sobre la fábrica de la Villavieja que disponía de tecnología suficiente para crear sus propias latas de envasado
El trabajo se realizaba a partir de la descarga del pescado. A las seis de la tarde salían las lanchas de pesca y no volvían hasta
las diez de la noche, a esa hora había que destripar, luego, a la mañana lavar el pescado y pasarlo por las parrillas.
Se descansaba media hora para merendar y una hora para comer y se trabajaba incluso en festivos. La jornada era de ocho horas
pero se prolongaba a base de horas extraordinarias.
Mujeres que trabajaron en las fábricas de Ribadeo: Jimena de Jacinto, las de Vacas, A Diosa, A Bicha, Ana y Balbina del Conserje,
Chicha do Chono, Argimira de Benitín, Rosita da Guidana, a Ferreira, Pilar da Trapeira...También venían a trabajar de los pueblos
vecinos de Castropol, Figueras ...
Las fábricas trabajaron todas al mismo tiempo, si una mujer por la circunstancia que fuese paraba de trabajar en una, buscaba
empleo en otra de las fábricas. Los patronos pagaban la Seguridad Social y gracias a ello, cobran pensión en la actualidad esos trabajadores-as.
Los desperdicios del pescado se usaban para abonos que iban para la zona de Asturias (Grandas de Salime)
Pese a disponer de agua en las fábricas, se iba buscar la de la Fuente de Guimarán para hacer el vinagre y para beber las
trabajadoras, por la calidad que tenían las aguas de esta fuente.
Antes y durante la época del trabajo en las fábricas de conserva y salazon muchas de las mujeres de Ribadeo eran
estibadoras/cargueras y remolcaban las embarcaciones con cuerdas, vendían pescado, trabajaban en las conserveras
o cosían redes. Las que descargaban las mercancias que traian los barcos a Ribadeo eran mayoritariamente mujeres
(90 % de los trabajadores). Existe una canción sobre un accidente laboral en el que cayeron muchas de ellas y es
que la falta de seguridad (Por ejemplo: la pasarela que unía los barcos a tierra era un simple tablón), la peligrosidad
del trabajo hizo que fueran victimas de numerosos accidentes mortales.
Cuenta Juan Carlos Paraje en uno de sus artículos: Hasta bien entrado el presente siglo, por no haber un muelle
de atraque apropiado, los grandes veleros primero, los vapores de hasta cinco mil toneladas después, portadores de
toda clase de mercancías para este puerto, (cuyo radio de influencia abarcaba desde Mondoñedo a Boal) solían fondear
en "as Cabanas", frente al prado del Raxao, o frente a Cova da Vella (en donde había un peñasco arreglado para sujetar
amarras) y trasbordaban por medio de sus puntales las mercancías a las gabarras y lanchones -propiedad sucesivamente
de las casas armadoras Bengoechea y Casas, del famoso cocinero Ramón de Corada y por último de los Tapiegos
-que se encargaban de introducirlas en la dársena.
Una vez allí, acudían un grupo de ocho o diez mujeres, compuesto por las más robustas, llamadas "as mulleres dos homes"
toda vez que recibían, en la cabeza o sobre las costillas, los bultos que los barqueros les cargaban: cajas, fardos, sacos
de harina, azúcar o café, etc., de hasta cien kilos de peso, que recogían, muchas veces con el agua a la cintura, y conducían
trabajosamente al muelle en una operación realmente dura. Doña María Rodríguez Monteavaro "a Crixa" y doña Carmen
Gómez Pasarin "a Corbella" que pertenecieron a este esforzado grupo-que recibia una pequeña sobrepaga-nos pueden hablar de ello.
De estas mujeres, a su paso por nuestra Ría-en la que por cierto perdió el maletín con el reloj, barómetro y otros objetos
personales- se ocupa Borrow, al que impresionaron no precisamente bajo el punto de vista sociológico sino moralista:
opina, concretamente de las de Figueras, que al introducirse en el agua exhiben escandalosamente ricas morbideces
cuya contemplación sólo es lícita en la intimidad de la cámara conyugal.
* Aparte de lo que nos cuenta J.C. Paraje los datos nos los facilitaron mujeres que trabajaron en las fábricas de Conservas,
Carmen Arias y Rosa Lastra.
El próximo 6 de agosto Atalaia paseará por la ruta en la que se levantaron las fábricas para reivindicar que se cumpla
el acuerdo de poner nombres de mujeres a las calles de Ribadeo.